domingo, 3 de marzo de 2013

Análisis DmC: Devil May Cry

El reboot de Devil May Cry (más conocido como DmC), o como transformar a uno de los personajes más míticos de Capcom en un ser "emo" abominable y odiado por todos. Casi no se ha hablado de otra cosa desde que se supo el diseño del nuevo Dante, pero si somos capaces de superar nuestros prejuicios, nos encontraremos con un juego bastante decente.




El desarrollo de este nuevo Devil May Cry se vuelve controvertido desde el momento en el que recae por vez primera en la saga en un estudio fuera de Japón. Ninja Theory es una pequeña empresa independiente fundada en el 2000 con sede en Cambridge, Inglaterra. Con tan solo tres títulos en su haber (Heavenly Sword entre ellos) pareció que Capcom hacía una apuesta muy arriesgada al prestarle los derechos para revitalizar a una de sus franquicias más importantes. Con el juego ya entre nosotros podemos concluir que la jugada no les salió mal.
Antes de nada debo confesar que apenas había tocado un Devil May Cry anterior a este, por eso en el análisis no vais a ver comparaciones con otros títulos de la saga ni voy a entrar a valorar las diferencias entre el antiguo y el nuevo Dante. En su lugar, podréis apreciar el punto de vista de alguien totalmente ajeno al universo DmC, ideal para aquellos que jamás se adentraron en esta pugna entre ángeles y demonios.

Esta es la carta de presentación del nuevo Dante.
DmC comienza con la puesta en escena de Dante, nuestro protagonista. Un joven despreocupado y ajeno al mundo que se dedica a vivir la vida sin mayor problema que el de repartir un par de espadazos cuando se le interpone algún que otro demonio en su camino. La lucha entre los seres del infierno y del cielo está llegando a su punto álgido, y es necesaria la ayuda de Dante para liberar a la humanidad de la tiranía de los diabólicos. Pero, ¿qué hará cambiar la actitud de este joven para que decida luchar contra el mal? Pues parece ser que hay algo que sí le preocupa; conocer su pasado. Ahí Dante encontrará su motivación para pelear, el sentimiento capaz de mover cualquier voluntad hasta llegar a su fin: la insaciable ansia de venganza. Equipado con esta poderosa arma y ayudado por una pequeña organización, Dante se dispondrá a desarticular todo el entramado que permite a Mundus controlar al mundo con sus poderes demoníacos. Él y su hermano Vergil son los únicos capaces de derrotar a un miembro del inframundo por ser Néfilims: hijos de una mujer ángel y un hombre demonio. Todo esto suena a la típica lucha entre el bien y el mal que ya hemos visto miles de veces en libros, películas y videojuegos. En DmC no está mal, pero es un juego más en el que la historia se pone como excusa, como contexto ambiental para jugar. Está bien, pero en ciertos momentos estorba e interrumpe demasiado la acción con una narrativa nada original.

La acción se desarrolla en el limbo, una dimensión paralela.
Cuando uno se pone a jugar a un Devil May Cry ya sabe lo que le espera. Acción desenfrenada, descargas de adrenalina ininterrumpida y diversión pura. Hack and slash o Action-RPG. Da igual la coletilla que le pongas; se trata de ir matando bichos avanzando por escenarios, recogiendo ítems y haciendo alguna fase de bonus mientras obtienes mejoras de combos. A grandes rasgos eso es DmC, y aunque parezca simple, da mucho de sí. En primer lugar por el sistema de combate, muy adictivo, sencillo en la teoría y complicado en la práctica. La clave aquí reside en la variedad de herramientas. Tenemos la espada normal de Dante, armas de fuego de tres tipos y lo que da más juego: las armas de demonio y de ángel. Se activan dejando pulsado uno de los dos gatillos, y aportan variedad y muchas posibilidades a la hora de encarar los combates, siendo las armas de ángeles (una guadaña y unos shurikens) más rápidas y efectivas contra grandes grupos de enemigos y las de demonio (guadaña y puños de fuego) más contundentes y pesadas. Más te vale que sepas manejas las dos, ya que hay enemigos a los que solo les afecta los ataques de demonio o los de ángel, mientras que hay otros con escudo que tendrás que desarmar o enemigos volador a los que te tendrás que acercar. Al comienzo solo tendremos los golpes básicos, pero mientras avanzamos y derrotamos enemigos obtenemos puntos y experiencia canjeables por mejoras de combos para cada arma. También puedes comprar objetos que te recuperan energía, te resucitan o aumentan tu salud másxima. Uno de los aspectos crtiticados de este nuevo Devil May Cry es el factor plataformero, que aparece poco pero está presente durante todo el título. 

El componente de plataformeo es una constante.
Consiste en ir atravesando zonas con unas habilidades destinadas a ello, como son  planear o utilizar nuestras capacidades de demonio y ángel para mover objetos marcados del escenario y trasnportarnos a puntos lejanos respectivamente. Esta parte se puede hacer pesada al principio, pero te acostumbras fácilmente y muchas veces es un buen complemento para tanto combate. En general, quizás el mayor problema al empezar a jugar es que te enseñan el 90% de tus movimientos y armas y estás un poco perdido intentando ubicar e interiorizar tantas rutinas de juego en muy poco tiempo. Cuesta adaptarse a ello, pero una vez lo aprendes el juego se vuelve muy adictivo. El juego se estructura en 20 niveles que oscilan de media entre quince y cuarenta minutos, y se desarrollan de forma bastante lineal. Supongo que a los veteranos de la saga no les preocupa la ausencia de libertad pero yo creo que el diseño de los niveles es un factor determinante a la hora de valorar un juego, y en el caso de este DmC (salvo contadas excepciones) no suma gran cantidad de puntos. Más allá de lo comentado anteriormente, en estos niveles hay objetos escondidos: almas encerradas que nos recompensan con "dinero", llaves y puertas que abriremos con esas llaves y donde habrá que cumplir misiones de tiempo (derrotar a X enemigos, llegar a un punto...). Al finalizar cada nivel, recibiremos una calificación según el tiempo empleado, la originalidad en los combos, los objetos encontrados, los ítems usados y las veces que hemos muerto. Cuanto mejor lo hagamos, mayor experiencia. Otro de los aspectos más criticados es el de los jefes finales. Los otros Devil May Cry se caracterizaban por tener muchos y muy buenos combates finales. Aquí sólo encontrarás seis; muy facilitos y, salvo un par de ellos, bastante parecidos entre sí. Puede que fuera por el nivel de dificultad que yo elegí, ya que escogiendo el medio creo que sólo llegué a morir dos veces en todo el juego (terminando el juego varias  veces desbloqueas hasta tres niveles más de dificultad). Con todo eso, la duración no supera las diez horas en el mejor de los casos. Se puede decir que Devil May Cry funciona muy bien como juego de acción, pero no innova ni aporta nada al género.

La ambientación puede ser un poco cargante.
Si habéis leído otros análisis en Loading, sabréis que no le hago muchos halagos al Unreal Engine 3, pero esta vez he de reconocer que la gente de Ninja Theory ha hecho un grandísimo trabajo en este aspecto. Quitando los errores típicos de carga de texturas, han conseguido un acabado que no desentona para nada. Todo esto está aderezado por un buen diseño artístico que en ocasiones es repetitivo, sobre todo porque se abusa de colores oscuros y rojos/naranjas en la ambientación del limbo. Lo importante al fin y al cabo es que el juego sea fluido, y ahí sí funciona. El apartado sonoro es bueno. El doblaje al castellano está al borde del aprobado. La voz de Dante se ajusta bastante al personaje, pero hay momentos en los que chirría y hay alguna actuación de voz que desmerece el resultado final. Lo intolerable aquí es la sincronización labial, sobre todo en un par de escenas en las que es tan flagrante que es mejor apartar tu vista de la pantalla para no perderte en la conversación. La música del combate son los típicos temas cañeros que intentan incitarte a masacrar y matar sin pausa. No deja de ser algo muy subejtivo, pero a mí la selección musical no me ha gustado para nada, hasta el punto que prefería escuchar otras cosas mientras jugaba.

En resumen Devil May Cry es un juego digno si te quieres iniciar en el género o en la saga. Un título sencillo y divertido en el que no tienes que pensar, pararte a configurar o retorcerte con su argumento. Ideal para desengrasarse y desconectar un poco. Podríamos decir, siendo un poco malévolos, que estamos ante un videojuego poco ambicioso, que no pretende ser original. Sea para bien o para mal, y a pesar de lo que me he divertido con él, no se merece la nota que sí han tenido otros juegos con los que no he disfrutado tanto.


Mi nota: 80/100

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